Eranse una vez unos niños que jugaban a las guerras, al Monopoly, y a ser Superman. Esos niños crecieron y de mayores siguieron jugando a los mismos juegos inocentes.
Alguien dijo que la diferencia entre un niño y un hombre era el precio de los juguetes, en el caso de los socios del Club Bilderberg, la teoría parece confirmarse.
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