Atención, chavales: poneos las pilas y escuchad al "abuelo" Alcántara, que sabe de qué habla.
SED DE JUSTICIA Y DE LA OTRA
Nadie me ha calumniado hasta el punto de llamarme abstemio. Desde que tengo memoria amarga de mí, o sea desde que me hice, como todo el mundo, una idea aproximada de que vivir es una estafa aliviada por los que se niegan a ser cómplices, no me ha parecido reprobable beber, que no es ingerir, una copa por la mañana y otra por la tarde. O sea, todas las tardes, una de ginebra o de otro líquido solvente. Hago estas provectas declaraciones para avalar mi repulsa a los insensatos jóvenes que se dedican impetuosamente al "botellón". No saben beber y el que no sabe beber, que no beba hasta que aprenda.
Tres de cada cuatro menores de edad consume alcohol de un modo descontrolado y embarullado. No saben lo que están haciendo, pero eso no es motivo para perdonarles, ya que no tienen perdón, aunque tengan mucha sed. Se están prohibiendo, por su precocidad, disfrutar del largo consuelo que procura beber una copa, o quizás más de una, en la vejez. Quien bebió lo sabe. Ellos no tienen amigos, sino cómplices etílicos y está muy mal beber a solas, pero está peor todavía beber en manada y mucho peor mezclar el vino, que según algunos de los muchos hombres que escribieron la Biblia nos alegra el corazón, con anfetaminas y otras porquerías.
¿Quien me iba a decir a mí que me iba a convertir en un puritano? No ignoro que nadie se arrepiente en hígado ajeno, pero estos muchachos que se atracan a bebidas apócrifas en comunidad están vedando compartir serenamente otras con verdaderos amigos cuando sean mayores. Por abusar los fines de semana aceleran el fin de sus días. Al parecer no sirven las campañas ni las prohibiciones. En el mundo no hay más que dos clases de personas: las que aprenden todos los días y las que no aprenderán nunca. Según las estadísticas, estos adolescentes procuran relacionarse, no sólo emborracharse. Un doble error y un horror único. "El infierno son los otros" y el alcohol, si no se domina, puede ser infernal. Del viejo el consejo: no sean precoces. Denle tiempo al tiempo.
4 comentarios:
Los botellones son un reflejo del país, la sociedad actual y sus circunstancias. Deprisa, deprisa, deprisa y sin casco, o sea, sin cultura.
Exacto.
LLevan ya unos cuantos años y parece que no tiene pinta la cosa de tener fin. Yo es que tampoco lo entiendo.
Más luego cómo dejan el sitio donde los hacen.
Está claro que no saben beber. Y sé de lo que hablo.
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