Teniendo en cuenta el éxito del artículo de opinión de Antonio Casares publicado hace unos días que tanto lustre y esplendor ha aportado a este humilde blog, aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid y os dejo esta razonable propuesta educativa ....
CLEPTOMANÍA, UNA CARRERA CON FUTURO
Hay que
buscar soluciones inmediatas a una crisis que, prolongada sine die, nos
aburre hasta el hastío, además de llenar las calles de mendigos y los
hospitales de gente enferma a consecuencia de la depresión económica. Es una
cadena infernal: la economía está enferma, la sociedad también y, con ellas,
las personas. Los constantes escándalos de corrupción financiera y las
corruptelas de todo tipo nos dan la clave. Proponemos aquí, sin más preámbulos,
que se enseñe en las escuelas, en los institutos y en las universidades una
especialidad a la que hasta ahora se ha prestado escasa o nula atención: la
Cleptomanía. Aunque suene raro, hay una vasta tradición histórica, que va desde
El Lazarillo y la picaresca a los modernos pícaros de guante blanco. Ya
Prometeo era un ladrón de fuego y Rimbaud no dudó en calificar al poeta como
tal. Cristo, no lo olvidemos, murió entre dos ladrones. Ladrón de Guevara es un
apellido, como Hurtado de Mendoza. Y la misma Europa fue raptada, y raptada
sigue por los economistas y los mercaderes -sus acólitos- quienes, además de
acuñar, para más inri, la moneda inspirándose en su nombre, la han llevado a la
ruina y con ella a todos nosotros. El rapto es un mito fundador, un referente
sin el que no es posible que Europa llegue a ser el gran imperio que pretende
ser ni que compita con los demás cíclopes económicos del orbe. Robar es un fatum, un destino, algo que quizá esté
escrito en las estrellas. Se ha robado tanto y con tan poco rigor a lo largo del
tiempo que es necesario convertir el latrocinio en una disciplina rigurosa para
que los futuros cleptómanos desarrollen su oficio eficazmente, sin correr el
riesgo de ser cogidos in fraganti. Si robar es una actividad tan
frecuente, hay que obligar a hacerlo con precisión matemática y con infalible
rigor, algo así como establecer y hacer cumplir la ley de Newton de la
mangancia universal, pero sin manzanas ni robaperas.
¿Es la
cleptomanía una ciencia o un divertimento sin ningún fundamento digno de ser tenido
en cuenta? Sin duda, es una actividad científica, aunque mal desarrollada y
peor planificada. Llevamos siglos de retraso y de desventaja por no haber
sabido explotar debidamente nuestras capacidades innatas para el robo, el
pillaje, el hurto, la rapiña, el latrocinio y el saqueo. Es necesario el
aprendizaje progresivo de esta disciplina científica para que el país progrese
adecuadamente y nos convirtamos en el modelo universal del guinde. No podemos
ser unos mindundis ni unos piernas. Nuestro referente no puede ser el caco
Bonifacio. Renunciemos desde ya a ser unos simples mangantes de poco pelo relegados a un segundo
plano en las sección de sucesos de la prensa local. Nuestros modelos no pueden
ser tampoco aquellos que sisan unos gramos en el peso o unos céntimos al hacer
las cuentas de nuestras compras poniendo cara de no haber roto un plato. Hay
que ser un profesional, no un brinzas vulgar. Además, estos estudios rigurosos
y controlados al máximo mediante inspecciones periódicas y exámenes agotadores
se podrían complementar con masters en el extranjero, como se hace con
otras carreras relevantes con las que solo se busca prestigio social, dar un
sofisticado braguetazo o, en su caso, un pelotazo para tratar de salvarse del
marasmo económico en el que nos ahogamos. La teoría es fundamental; se precisa
urgentemente una enseñanza reglada y sistemática, nada de improvisaciones ni
manguterías aleatorias; dejarlo al albur sería un suicidio o una negligencia
imperdonable y, por ende, una responsabilidad histórica que nos dejará desnudos
ante las generaciones venideras. Aún estamos a tiempo y nos sobra experiencia.
Hemos estado en todos los chanchullos. Seremos pioneros, y eso es ya una
ventaja inestimable. Debemos hacer que el mundo se mire en nuestro espejo y nos
admire con estupor. Por fin el pueblo más mangui de la tierra ocupará su lugar
en la historia. ¿Puede haber mayor orgullo?
Seremos
exquisitos: el atraco con violencia y sangre es poco edificante y nada
pedagógico, por lo que queda descartado: hay que robar con finura, con
elegancia, con arte, con seny. Nada de grunge, nada de Peckinpah o Tarantino,
nada de catarsis trágica al modo griego, que solo ha servido para una
intervención escandalosa de la economía helena y su gobierno, bajado de su
pedestal a golpe de estado económico sin que nadie haya dicho esta boca es mía.
Eso es demasiado obsceno, demasiado soez, demasiado evidente, y muy poco
edificante. Hace falta sutileza, una visión estética del arte de robar, que ha
de ser un dechado de perfección hasta alcanzar, si ello fuera posible, que lo
es, lo sublime y, por qué no, un alto grado de misticismo. El robo y el arrobo
-la vía unitiva- para lograr el nirvana del atraco perfecto, del golpe
modélico. En los frontispicios de los edificios se pondrá en letras mayúsculas,
emulando al lema de Auschwitz: EL ROBO OS HARÁ LIBRES. En el ideario (le robo
la cita) se citaría a Shakespeare: el dinero es el dios visible. Insistimos: el
profesorado tendría que ser altamente cualificado. No valdría, por ejemplo, un
ladrón al que le han trincado (aunque solo sea una vez) con las manos en la
masa. No valdrían los trincones fracasados, los ladronzuelos de baja estofa, la
quincalla, la chatarrilla hurtadora. Los expedientes de los catedráticos y
profesores que impartan las asignaturas han de estar inmaculados, vírgenes como
el primer día. Hay que predicar con el ejemplo y elegir en las altas esferas
que, al parecer, y esto es vox populi, es donde más proliferan. Tendrían
que presentar un currículum adecuado y hacer unas pruebas exhaustivas de
sus capacidades (no valen enchufes ni ser nombrado a dedo), eligiendo
preferentemente entre aquellos cuya estirpe lleve milenios apropiándose por
todos los métodos de lo ajeno sin que parezca un robo, como si dijéramos por
derecho divino. Los terratenientes, por ejemplo, tendrían una oportunidad digna
de su alcurnia. Pero, sobre todo, los banqueros serían candidatos predilectos
para dar clases de cleptomanía en cualquiera de sus ramas a nivel universitario
y alguno de ellos, los más pillos, los más respetados, los más prestigiosos,
los cursos de doctorado. No me digan que no suena bien: Doctor en cleptomanía y
artes afines al afane y a otros fines espúreos regulados por ley. La
prosopopeya y la altisonancia juegan un papel importante a la hora de captar
adeptos. Tampoco es cuestión de seguir dejando que los grandes chorizos se
marchen a otros países. No más fuga de cerebros, conservemos nuestra materia
prima, que es o puede llegar a ser de primera calidad, y una mina para el
prestigio internacional de la nación. Que no ocurra como ha ocurrido con
algunas eminencias que tuvieron que poner tierra de por medio para poder
conseguir el éxito y el reconocimiento
que en casa se les negaba. La exportación de ladrones, además de la de tontos,
dicho sea de paso, sería un negocio redondo para este desvalido país, que
escandaliza al mundo con sus guindes chapuceros y faltos de profesionalidad. No
es necesario poner ejemplos, están en nuestras mentes. Sobra mano de obra. Los
ladrones de aquí tienen que ser de alto standing, con un historial digno de
encomio y han de ocupar lo más alto del escalafón, el Olimpo que ocupaban los
dioses con sus mismos atributos. Un ladrón de gallinas no vale; alguien que
roba una naranja porque tiene hambre, una birra porque tiene sed, o unos
calcetines en una gran superficie tampoco. Con gente sin altura de miras, sin
ninguna ambición, no se va a ninguna parte, da vergüenza propia y ajena. Ahora
es el momento de recuperar el orgullo patrio perdido en veleidades y operaciones
intrascendentes para la regeneración de nuestra nación. Los aristócratas del
choriceo podrían, además, dar cursos para extranjeros en las universidades de
verano. ¿Qué mejor escaparate para el país? ¿Qué mejor propaganda que un alto
miembro de la nobleza innoble y manguteril sirva de espejo para que todo el
mundo se mire? Cuidemos nuestra imagen, cuidemos a nuestra élite. Usemos una
tecnología sofisticada y propia de nuestra estirpe. Propalemos el lavel
de calidad: ladrón made in...
Es
cierto que esto que aquí pergeñamos es solo una idea, una idea que en este
breve espacio no procede desarrollar, pero que les doy generosamente antes de
que se la apropien los desalmados o las mafias que pululan por todas partes y
se alejen del uso académico y oficial que aquí se propone. Sería cuestión de
consensuarlo con todas las fuerzas políticas y sociales y, en especial, con los
grandes pedagogos de esta materia, que haberlos haylos y más de lo que
pensamos. Llámenlos a consulta y pónganse manos a la obra. Ya lo estoy vislumbrando
en las próximas ofertas educativas: Licenciatura en Cleptomanía, grupos
reducidos, clases personalizadas, título oficial válido para toda Europa y para
todo el mundo mundial. No me digan que lo que digo es descabellado. Lo que no
tiene sentido es seguir así, en plan chapucero, como rateros, como raqueros,
con intrusismo y alevosía. Si hay que robar, que se robe como es debido, con la
debida autorización, con los papeles y los permisos en regla, sabiendo que el
pueblo lo sabe y lo acepta como un mal menor, o como un mal mayor irremediable:
saber la verdad nos hará fuertes: ¿somos un pueblo de ladrones? Seámoslo con
todas las consecuencias. Por fin podremos ocupar un lugar prominente en el
devenir de la humanidad...
Esperemos
que las autoridades académicas, tan proclives a la indolencia y al que
inventen ellos, no lo echen en saco roto y tomen urgentemente las medidas
oportunas para crear esta carrera con grandes expectativas de futuro. Serán
ladrones con pedigrí, con estudios de cleptomanía comparada, merecedores de ser
confrontados con los grandes economistas salidos de Harvard o los prestigiosos
filósofos de La Sorbona. Un Keynes del latrocinio, un Sartre de la mangancia,
un Einstein bursátil, un Juan de Herrera enriquecido con la burbuja inmobiliaria,
un poeta que plagia poemas a diestro y siniestro sin ningún pudor en nombre de
la intertextualidad...
Pero
basta de disquisiciones. He aquí -grosso
modo-, expuestas de manera asistemática, como meras sugerencias,
algunas de las materias que se podrían impartir, distribuidas en varios cursos
progresivos con sus módulos correspondientes: Antropología: ¿Fue el hombre un
ser creado para robar o para ser robado? ¿Dice algo el Génesis al respecto?
Exégesis de las Sagradas Escrituras. Paleontología: hermenéutica de los
manuscritos del Qumrán. Jesús entre los esenios a la luz del jesuitismo y del
opusdeísmo recalcitrante. La cleptomanía en la prehistoria: enterramientos y
robos de joyas megalíticas del pleistoceno. Revelaciones del carbono14 acerca
de la tendencia innata del homo sapiens a atesorar los tesoros de
ultratumba. El ADN de los homínidos y la querencia humana a apoderarse de lo
ajeno. Levy-Bruhl y el robo como participación mística. Robo y parentesco: la
confianza como vehículo para esquilmar las cuevas ajenas en la era de
Cromagnon. El animismo como coartada para apoderarse del espíritu ajeno. El
homo erectus y el robo de la parienta del prójimo por proximidad. La
representación del cornudo en las paredes de las cavernas: el ciervo y el uro. El
rol del mirón mediante la sustracción del placer en la pornografía parietal: el
australopitecus concupiscente y el
placer vicario. El onanismo antes de Onán. El Kama Sutra rupestre: posturas ac
hoc. Analítica de la expresión: pasar por la piedra (de sílex). Estudio e
interpretación de las figuras conservadas en las cavidades magdalenienses. El
furor uterino de la hembra celosa y el problema de la envidia del pene y de la
castración simbólica: la desaparición sospechosa de los bastones de mando. El
robo como motor de la historia. Análisis estructural de la frase de Proudhon La
propiedad es el robo. Aspectos religiosos de la mangancia. El pecado venial
(el hurto del vino por parte de los monaguillos). La simonía: las ideas
gnósticas de Simón el Mago y el plagio por parte del cristianismo incipiente.
Desaparición de imágenes y de objetos sagrados en los templos, en las capillas,
en las iglesias, en las catedrales, en las basílicas y en cualquier lugar donde
se encuentren. Sacerdocio y robo ritual. El mistraísmo como origen de la mitra
episcopal. Influencias de la brujería: robo por arte de magia (blanca o negra).
Un caso histórico: el robo de reliquias durante el saqueo de Roma (1927). Escolio:
los tesoros del Vaticano, paradigma del
expolio universal. Gramática del robo: conjugación del verbo robar en todos sus
tiempos y modos. Estudio de la germanía: vocabulario carcelario y lumpen
(sinónimos y antónimos). Lectura obligatoria de El buscón de Quevedo.
Función primordial del robo en la novela picaresca. Semántica de la palabra chorizo
en sus diversas acepciones: principales diferencias entre el chorizo arrabalero
y el chorizo de Cantimpalo. Étimo de chorar. El retruécano: el hurto a hurtadillas.
La etimología popular: Urtangarin por Urdangarin. El chiste y su relación con
lo inconsciente: Talonmano como barbarismo. Semántica y semiótica de la
brinza, según Greimas, Eco, Coseriu y Roman Jacobson. Ética del robo. Moralina
y fariseísmo: reprimenda y santificación con hisopo e incienso en las misas
dominicales. La democracia de campanario y su repercusión en el comportamiento
de las oenegés. Contemplación y éxtasis en la figura del oenegeta. Metafísica
del guinde: el más allá, el más acá, y
la salvación de los que tienen bula para el saqueo. Estética del robo: los
ladrones de obras de arte. La desaparición de las estatuas griegas y egipcias y
su aparición, por arte de birlibirloque, en los museos europeos. Intentos
(fallidos) del robo completo del Partenón. El nazismo como paradigma del robo
legal por parte del estado. Hitler como ladrón compulsivo de territorios
ajenos. El hinterland: una justificación política para quedarse con lo
que no es de uno. Geografía del pillaje: porcentaje de ladrones por milímetro
cuadrado. El robo de piedras del muro de Berlín como souvenir y su venta
posterior en el mercado negro. El trapicheo en las sociedades avanzadas. Arquetipos
y tendencias en el siglo XIX. Contrabando y tolerancia. Estraperlo y
bandolerismo. El bandolero de Sierra Morena como héroe y como mártir. Curro
Jiménez, el robo y el Algarrobo. Otros antecedentes: la engañifa con abalorios
y espejos durante la Conquista. La canallada del trueque. Desvergüenza e
indigenismo. Justificación de la piratería y del refrán: el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón. Lectura y rapsodia
de La canción del pirata de
Espronceda. El capitalismo y el lucro inmundo según Norman O. Brown. La crisis
permanente versus la revolución permanente de Trotsky. El saqueo y
tergiversación de Marx por algunos marxistas iconoclastas. Una lectura imprescindible:
El ladrón de cadáveres, de Stevenson. Análisis estructural de el
mentido robador de Europa de Góngora. Influencia de la literatura oriental
en la occidental: Alí Babá y los cuarenta ladrones. El esoterismo:
Hermes como patrono del latrocinio: comparación entre su atributo de alas en
los pies y el pies para qué os quiero. Cábala y usura. Alocuciones de Ezra
Pound en la Italia de Mussolini. Ontología del saqueo: el ser del ente robado,
su interpretación a la luz de la filosofía de Heidegger. Filosofía del derecho:
¿Entra en el código penal robar un beso? ¿Hay que devolver los besos robados?
¿Es delito robarle la novia o la mujer a un amigo? Los robacorazones y las
revistas pancreáticas. Estudio sociológico de la visceralidad y la función de
las vísceras usurpadas en los transplantes de órganos. El tiempo como oro
robado al espectador televisivo. Psicoanálisis del cleptómano y su tratamiento.
Psicopatología del mangante compulsivo. El síndrome de la urraca. La urraca
como tótem y tabú. El cuco y el nido ajeno, ejemplo para el okupa. Apropiación indebida y libertad
de conciencia. El eterno retorno de la represión y de lo reprimido: la barbarie
de cortar las manos del delincuente en los países subdesarrollados o
fundamentalistas. El remordimiento en el manguta: culpa y mea culpa. Un caso
clínico: las heces como regalo de un ladrón con gastroenteritis. La diarrea
mental ante la proliferación indiscriminada de las mafias impunes. La armas
como símbolos fálicos. Estudio freudiano de la delincuencia: los disparos y su
analogía con la fase anal. Paralelismo entre el cuesco y la bala. Matonismo y
enfermedad mental. La figura del guardaespaldas y la protección del delincuente
de alto copete. Sublimación de la coprofagia por amor al dinero. Estreñimiento
y avaricia. Una nueva forma de esclavitud: esquilmación del sueldo a los
obreros. Locura colectiva en caso de guerra. Soldadesca y buitreo de anillos,
pulseras, relojes y dentaduras de los militares muertos en combate. Jaspers: El
problema de la culpa. Psicoanálisis del tirón. La perversión
polimorfa en el robo del bolso a las viejas. El euro y el hurto por
redondeo: un negocio redondo. Matemática cuántica: cálculo diferencial
del robo desde los primitivos hasta nuestros días. La teoría de la relatividad
o cómo todo depende de quién robe o a quién. La progresión geométrica de la
mangutería en tiempos de crisis. Algunos temas transversales. Estructura
profunda y superficial de la oración: Cree el ladrón que todos son de su
condición. Los ladrones de ideas: el plagio. Demostración de que todo el
mundo fusila a todo el mundo impunemente. El choriceo en internet: apoteosis
del robo virtual y su despenalización. Necesidad de su legalización, so pena de
convertir en delincuentes a todos los habitantes del país, incluído el que
escribe la presente digresión. Un affaire que sentó jurisprudencia: una
obra de Cela plagiada de una novelista desconocida (plagiamos a Cervantes) de
cuyo nombre nadie se acuerda ni quiere acordarse. El ladrón pluscuamperfecto:
el tren de Glasgow. Robo y deporte: metafísica del robo de partidos. Un caso
excepcional: ¿por qué Messi siempre les roba la cartera a los defensas del
Madrid? Significado del birle en el bolo palma. Ladrones célebres en los
museos de cera y en las estatuas erigidas en su honor en todas las ciudades del
mundo. Clases prácticas: el carterismo, teoría y práctica in situ a
cargo de prestigiosos carteristas recién salidos del maco. Peregrinaciones
espontáneas y viajes organizados para visitar la mano incorrupta de Al Capone.
Petición ante la Santa Sede de la santificación de los cleptómanos celebérrimos
o irredentos. Ética del manguta: devolución a sus víctimas, como antaño.
del DNI, del carnet de falange y de las
tarjetas de crédito caducadas. El ladrón arrepentido, reeducación y reintegro
de lo robado. Exigencia ineludible de que los grandes robadores devuelvan hasta
el último céntimo para acabar con la alarma social y con la impunidad
manifiesta. Iniciativas democráticas para la legalización del robo: reinserción
en las cárceles basada-conditio sine qua
non- en el aprendizaje de la profesión y amnistía general para los ladrones
de gallinas, quincallería y objetos sin valor...
(Esta
enumeración arbitraria es abierta y cada uno puede poner su granito de arena
hasta completarla y dejarla en manos de una comisión de expertos que elevarán,
si procede, a categoría de ley esta carrera que deseamos institucional y cuya
perentoria necesidad hacemos pública para polémica y debate, en aras del bien
común y de la prosperidad de este país al que algunos cleptómanos de poca monta
le quieren robar hasta el nombre y no le roban el apellido porque no lo
tiene...)
Antonio Casares
5 comentarios:
Después de leer esto, qué se puede decir... nada!
Gran artículo.
Se puede decir que los corruptos no tienen la culpa, es una enfermedad...
Tal vez se pueda decir algo al hilo del estupendo, irónico y sarcástico artículo de Antonio, pero esta vez sin ironía, que como se sabe es la máxima expresión de la inteligencia. Y es que urge una regeneración de la sociedad. En España y en el mundo occidental en general. En nuestro país podríamos empezar por empapelar (ya se está comenzando a hacer) a todo aquel que se haya lucrado aprovechando su cuota de poder, lleve los apellidos que lleve o pertenezca al partido, facción o secta (todo es lo mismo) al que pertenezca. Pero hasta el fondo, oiga, de tal manera que nunca más pueda aparecer en la vida pública sin que lo corran a hostias.
En cuanto a nosotros, pobres mortales, por favor, no nos conformemos con los 15 emes, que quedan muy aparentes y folklóricos, ni con llorar "qué jodidos estamos" y "la madre que los parió a todos". No sé si nos damos cuenta que con esta actitud derrotista estamos haciendo el caldo gordo a los poderes, y ya no hablo exclusivamente de los poderes políticos. Algo podremos hacer, digo yo, y no sé si digo bien.
Podemos entonar el sálvese quién pueda y matricularnos a Cleptomanía Aplicada...
Por cierto, a bote pronto me vienen a la cabeza algunos nombres de posibles catedráticos, pero sobre todo los de de infinidad de candidatos a bedel......
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