LAMELIBRANQUIOS
Platón los habría echado del ágora,
y lo mismo, sin duda, Aristóteles,
pero el que más empeño habría puesto
en evitar su aciaga compañía,
entre todos los pensadores griegos,
es Diógenes, el de la Secta del Perro,
que no tenía pelos en la lengua,
ni tuvo el más mínimo reparo,
según cuenta Diógenes Laercio,
en llamar la atención a Alejandro,
el hombre más poderoso del mundo,
sin temor a recibir represalias
ni a quedarse sin ningún privilegio.
Pero estos que se dicen filósofos,
estos que se arrogan el ser sabios,
y a veces presumen de poetas,
los que usan la cultura como máscara
para ascender en la escala social
o alimentar su vacuo narcisismo,
viendo el cinismo de los gobernantes
(cinismo en el peor de los sentidos),
y los desmanes que, impunes, cometen,
ante las injusticias evidentes,
en vez de poner el grito en el cielo,
guardan silencio como los cobardes,
callan y otorgan como los eunucos,
y, lo mismo que perritos falderos,
lamen la mano que les da migajas,
y estarían dispuestos a lamer,
con tal de obtener una prebenda
o un puesto superior al que ocupan,
otras partes que aquí no se dicen,
por no decirlo soez o procazmente,
por respeto y consideración
al que quiera leer estas palabras.
Platón los habría echado del ágora,
y lo mismo, sin duda, Aristóteles,
pero el que más empeño habría puesto
en evitar su aciaga compañía,
entre todos los pensadores griegos,
es Diógenes, el de la Secta del Perro,
que no tenía pelos en la lengua,
ni tuvo el más mínimo reparo,
según cuenta Diógenes Laercio,
en llamar la atención a Alejandro,
el hombre más poderoso del mundo,
sin temor a recibir represalias
ni a quedarse sin ningún privilegio.
Pero estos que se dicen filósofos,
estos que se arrogan el ser sabios,
y a veces presumen de poetas,
los que usan la cultura como máscara
para ascender en la escala social
o alimentar su vacuo narcisismo,
viendo el cinismo de los gobernantes
(cinismo en el peor de los sentidos),
y los desmanes que, impunes, cometen,
ante las injusticias evidentes,
en vez de poner el grito en el cielo,
guardan silencio como los cobardes,
callan y otorgan como los eunucos,
y, lo mismo que perritos falderos,
lamen la mano que les da migajas,
y estarían dispuestos a lamer,
con tal de obtener una prebenda
o un puesto superior al que ocupan,
otras partes que aquí no se dicen,
por no decirlo soez o procazmente,
por respeto y consideración
al que quiera leer estas palabras.
Antonio Casares
(Santander, 26 de enero de 2012)
6 comentarios:
Aquí sí estoy de acuerdo
Yo en ambos, y si es contra cualquier clase de políticos, siempre.
Bueno, con el anterior tambien estaba de acuerdo, pero se echaba en falta un ataque similar al otro bando.
Contra el poder, contra todo tipo de poder, ¡al ataquerrr...!
en vez de poner el grito en el cielo,
guardan silencio como los cobardes,
callan y otorgan como los eunucos,
y, lo mismo que perritos falderos,
lamen la mano que les da migajas,
y estarían dispuestos a lamer,
con tal de obtener una prebenda
o un puesto superior al que ocupan,
Pues, eso.
Certero y filoso.
Saludos.
Ciertamente.
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