miércoles, 25 de enero de 2012

UN GOBIERNO DE ARMAS TOMAR

¿Les suenan éstos (perdón éstas) caras ?
Da la sensación de que los miembros del actual gobierno de las hispanias han elegido una profesión equivocada, de que la política es un traje que les queda demasiado grande, aunque a algunos de su gremio, al parecer, se los hayan hecho a la medida. Quizás si hubiesen oído la llamada ferruginosa de Vulcano, habrían sido, por ejemplo, excelentes herreros. Quizás lo suyo sea la metalurgia, la ferralla, el acero, la forja, el temple, la soldadura, la aleación, la acuñación de moneda ideológica falsa para engañar a los electores. Da la inquietante sensación de que se han pasado dos legislaturas (los pueblos que se han pasado no los contabilizamos), afilando sus armas para usarlas contra los débiles, contras los inocentes, porque inocentes son, y en sumo grado, los que les dieron su confianza en los comicios. Y es que han entrado en la escena de este maremágnum en que naufragamos con el cuchillo entre los dientes, como si se tratara de un abordaje corsario a la nave democrática, degollando sueños, apuñalando el alma de los ingenuos, y traicionando con cínico descaro sus propias promesas electorales, que han tardado escasos días en incumplir. Nada más apoderarse del barco han dado un golpe radical de timón: íbamos a la deriva, y a la deriva seguimos junto a los arrecifes, con el buque haciendo aguas por todas partes, amenazando con hundirse con cinco millones largos de parados, ya hemos perdido la cuenta. No hay barco ni país que aguante semejante peso. Dicen digo, dicen diego y dicen lo que haya que decir con tal de llegar adonde quieren llegar, sin importarles qué o a quién dejen por el camino, apelando siempre al bien común y a la salvación de la patria. De la patria o del patrimonio de los compatriotas adinerados, a los que defienden con capa y espada. Así que no sabemos a ciencia cierta si son registradores de la propiedad o acuchilladores, leguleyos o leñadores de hacha con dos filos, economistas o matarifes que nos quieren llevar directamente al matadero. No sabemos qué razones ontológicas pueda haber para que cambien más que los camaleones. Lo suyo es la metamorfosis, el trueque de imagen y de chaqueta, así que no sabemos si son hijos de Kafka o hijos putativos de Ovidio. No sabemos, ni acaso sepamos nunca, aunque actúen como tales, si son filibusteros, bucaneros, piratas, corsarios o espadachines al servicio de su majestad el dinero. No sabemos por qué esta monarquía plutocrática con acuñación numismática de curso legal -cosa contradictoria donde las haya- administra la res publica, la cosa pública, sin ser una república propiamente dicha, según su nombre indica irrefutablemente. No sabemos por qué se mantiene en pie esta paradoja de las paradojas. No sabemos tampoco con exactitud qué tipo de armas han usado o van a usar en la refriega, si el dalle, la guadaña, el cuchillo bonitero, el jamonero, la cheira, la falcata, la faca bandolera, la cimitarra, el abrecartas, la bayoneta, la navaja de Ockam, la de afeitar o la de Albacete, pues en vez de una cuchillada limpia o una estocada en todo lo alto, como es de rigor (¡al toro, señor Montoro, que es de oro!), nos han dado varias puñaladas traperas, que no trapenses, como en las reyertas barriobajeras, nada lorquianas, de forma marrullera, sin ninguna estética y sin ninguna ética. No sabemos si saben qué es la ética; ellos, que con demasiada frecuencia se aferran a la moral demócrata-cristiana y a la moralina católica del padre Astete. En cuanto a la estética, su estilo es el estilete. !Qué lejos queda la estética de los piratas de la Oda marítima de Pessoa! ¡Qué lejos están estos corsarios de salón de aquellos que nos describe sabiamente Defoe! ¡Qué lejos estarán siempre de los bucaneros entrañables de La Isla del tesoro! ¡Qué lejos...! Tenemos un gobierno manostijeras que, amagando con podar los suntuosos jardines de las mansiones de los grandes señores, ha empezado a recortar como flores mustias, congelándolos, los sueldos de las clases medias, léase funcionarios, y no han empezado a hacerlo por los de más abajo porque los desposeídos no tienen un miserable tiesto de todo a cien donde caerse muertos. No sabemos si les da vértigo mirar hacia arriba. No sabemos si son jardineros o son unos capullos. No sabemos si son pastores del rebaño al que no cesan de esquilar o burdos peinaovejas. Sabemos (por sus obras los conoceréis) que cortan, recortan, siegan, sajan, rajan, tajan, apuñalan, rebañan, laminan y seccionan con una facilidad pasmosa, y que manejan como matasanos irresponsables cuchillos, navajas, tijeras, y cualquier objeto cortante que tengan a mano, sin olvidar el bisturí, y mucho nos tememos que el enfermo, mutilado impunemente en cuerpo y alma, en pensamiento y en espíritu, bajo el cloroformo mediático de su cuerda, se les va a quedar fiambre en la mesa de operaciones... Financieras, sí, pero operaciones. Pretenden, sin embargo, y esa imagen falaz nos quieren dar, ir de caballeros de la tabla redonda luchando heroicamente contra el dragón infernal de la crisis o como caballeros templarios, tanto monta, y han emprendido una cruzada a lo San Jorge, no contra los únicos culpables de ella (que todos sabemos quiénes son), sino contra los que menos tienen, como si éstos, esquilmados incesantemente hasta no poder llegar a final de mes, y ya muy pronto ni al principio, tuviesen escondido debajo de la almohada, en la hucha o en la viga del piso hipotecado hasta las cejas, el santo grial. Olvidan con sospechosa facilidad dónde está el grial auténtico y quienes tienen en poder el reino de Midas y el cuerno de la abundancia. Son unos desmemoriados sui generis, que se olvidan de todo menos de sí mismos: para ellos no hay cortes ni recortes ni hibernaciones salariales; ellos tienen bula, ellos son los privilegiados de un sistema que tratan de apuntalar con el sudor y el dolor ajenos. Estos pretendidos caballeros a lo Ricardo Corazón de León tienen de caballeros y de palabra de caballeros lo que un ateo de monja clarisa. Nada que ver con D´Artagnan, aunque manejen el florete dialéctico y la floritura verbal como académicos lenguaraces o maestros de esgrima. Dan grima. Han querido forjar sus espadas en el fuego del infierno de la crisis y templarlas en el río revuelto de la economía, pero se han pasado de temperatura y se les han derretido y ahora ya son solo un amasijo de hierros retorcidos y oxidados que no les da ni para la chatarra. Ni laTizona ni la Colada se merecen a estos babiecas, ni ellos aguantan la comparación con el Cid, que, como su nombre revela, era un señor: “¡Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señore!”. No queremos pensar, aunque lo hacemos, en la cara de tontos que se les va a quedar a sus votantes a medida que vayan tomando decisiones drásticas contra ellos, y cuando sepan por experiencia que los que se las prometían triunfos -siempre espadas- van a ir a Europa sacando pecho sin motivo y van a volver derrotados como cluecas, como babiecas indignos de la pata del caballo del Campeador, de la que tal vez pretendan descender. De alcurnia le viene al alcornoque. Da la desagradable sensación de que, en vez de defender los intereses de la gente a la que desangran como sanguijuelas con tozuda insensatez van a defender su poltrona, su silla gestatoria de desgracias, su sillón giratorio a la derecha, cada vez más a la derecha, hasta que se les caiga la máscara y veamos su cara verdadera: la cara de la derechona que siempre han sido, son y serán. Entonces, en lugar de espadas, pintarán bastos, y los que les dado la mayoría en las urnas se darán cuenta, aunque tarde, de que se han equivocado y de que sobre ellos van a llover los palos. Que cada palo aguante su vela. Mientras tanto, nos mantienen a la expectativa, nos adormecen diciendo lo que harán o dejarán de hacer, haciendo juegos de manos con las cartas marcadas, bailando el agua a la señora Merkel y a todos los que han raptado a Europa para pedirnos que paguemos su rescate, danzando la danza de las espadas, que acabará como acabó la de Salomé: con la cabeza del Bautista sobre una bandeja, cabeza que pondrán (en bandeja de plata, por supuesto) a los jerifaltes europeos, y, como consecuencia, andaremos por la vida, merced a sus mercedes, como pollos descabezados, como Carpanta, sin un pollo que llevarnos a la boca y sin un euro en el bolsillo para comprarlo. Y antes de entrar a matar en la suerte suprema y de darnos la puntilla definitiva en este ruedo ibérico con piel de toro, con el señor Montoro como matador, seguirán blandiendo entre las sombras sobre el indefenso pueblo que desgobiernan, siempre dispuestos a dejarla caer, a falta de la guillotina gabacha, la espada de Damocles. No habrá más pactos de Toledo; de Toledo serán quizás los espadones de la represión política, económica y social que estamos sufriendo en nuestras carnes con estoicismo (¿o es sadomasoquismo?) como si fuéramos los parientes paupérrimos de la estirpe de Séneca y estuviésemos por ello obligados, por aquello del fatum, por una esotérica conjunción de los astros a cumplir como desastrados, sin rechistar, sin quejarnos, sin levantar nuestra voz más airada e insumisa, con el tan traído y llevado y enigmático y pretencioso destino en lo universal. ¡Qué tragedia hubiera escrito Antonin Artaud para el teatro de la crueldad.

Antonio Casares


"Sé que tengo cáncer. Lo que quiero decir antes de morir es que odio a los psiquiatras. En el hospital de Rodez yo vivía bajo el terror de una frase: "El señor Artaud no come hoy, pasa al electroshock". Sé que existen torturas más abominables. Pienso en Van Gogh, en Nerval, en todos los demás. Lo que es atroz es que en pleno siglo XX un médico se pueda apoderar de un hombre y con el pretexto de que está loco o débil hacer con él lo que le plazca. Yo padecí cincuenta electroshocks, es decir, cincuenta estados de coma. Durante mucho tiempo fui amnésico. Había olvidado incluso a mis amigos: Marthe Robert, Henri Thomas, Adamov; ya no reconocía ni a Jean Louis Barrault. Aquí en Ivry sólo el doctor Delmas me hizo bien; lamentablemente murió... -Estoy asqueado del psicoanálisis, de ese "freudismo" que se las sabe todas".
Antonin Artaud

2 comentarios:

jose dijo...

Buen escrito, pero... no entiendo cómo no lo escribió cuando el Psoe gobernaba:

con el buque haciendo aguas por todas partes, amenazando con hundirse con cinco millones largos de parados, ya hemos perdido la cuenta. No hay barco ni país que aguante semejante peso. Dicen digo, dicen diego y dicen lo que haya que decir con tal de llegar adonde quieren llegar, sin importarles qué o a quién dejen por el camino, apelando siempre al bien común y a la salvación de la patria. De la patria o del patrimonio de los compatriotas adinerados, a los que defienden con capa y espada.

Sirgatopardo dijo...

No creo le duelan prendas y tendrá para ambos.