jueves, 27 de septiembre de 2012

REFLEXIONES DE UN MONÁRQUICO RECALCITRANTE


Cuando se cumplen treinta y cuatro años del reinado de Juan Carlos I, sería aconsejable reflexionar sobre el periodo más fructífero y pacífico de la convulsa historia de España, y el papel fundamental desempeñado por la monarquía durante este tiempo.

Recordemos que antes de la proclamación del actual monarca, éste país, y por ende sus habitantes, se encontraban bajo la férrea dictadura del general Franco.

Hagamos memoria asimismo de la triste situación cultural que atravesaba el país en aquéllos tiempos, y que obligaba, con el fin de aliviar la tristeza y falta de humor, por no haber no había ni chistes sobre el dictador, que tamaña opresión dictatorial nos causaba, a la inmensa mayoría de sufridos españolitos a un diario Via Crucis hasta altas horas por bares y tabernas, rematado a menudo, y bajo etílicos efluvios, con animosas entonaciones a coro de patrióticos cantos regionales.

No importaba que todo el mundo tuviese trabajo, pluriempleo, y vivienda propia, que los jóvenes nos incorporásemos sin el menor obstáculo al mercado laboral, y que pudiéramos emanciparnos al licenciarnos de la odiosa "mili".

¿De qué sirve todo esto sin la libertad de expresión reclamada en el Mayo francés? ¿De qué nos saca el bienestar material sin la recompensa espiritual de acudir a las urnas a ejercer nuestro soberano derecho a decidir el futuro de la nación? ¿De qué nos valen los horizontes despejados, si no podemos votar a nuestros ediles y diputados favoritos?

Olvidemos la actual crisis económica, los rescates a los que nos veremos abocados, y de las terribles inmediatas consecuencias en forma de recesión y engorde de la cola del paro, y valoremos la libertad individual y derechos civiles ejemplares que poseemos.

¿Cómo hemos llegado a este punto?

Indudablemente gracias al esfuerzo constante y sin desmayo de nuestras instituciones públicas, tuteladas magistralmente por nuestra monarquía y su titular S.M. Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, auxiliado por la impar labor discreta e infatigable de S.M. Doña Sofía y demás miembros de la Familia Real, quienes con su ejemplar comportamiento muestran el recto camino a las generaciones venideras.

Cómo muestra de la sencillez de hábitos de nuestra querida Familia Real, no distinta de cualquier otra española, ahí están lo ejemplos de la absoluta serenidad con la que se han aceptado, primero la separación matrimonial de la Infanta Elena, en segundo lugar los negocios "poco ejemplares" (Juan Carlos dixit) del Duque de Palma y su posterior procesamiento, y por último el matrimonio con una periodista divorciada del sucesor al trono Don Felipe de Borbón y Grecia.

En cualquier otro país, hechos como los citados, hubiesen sido despedazados despiadadamente por prensas sensacionalistas y serias, hasta provocar un referéndum nacional sobre la continuidad de la monarquía, pero afortunadamente, y debido al papel garante de valores democráticos (no olvidemos la intervención real del 23-F), que ésta misma representa en España, tanto medios radiofónicos, televisivos, como prensa escrita, mantuvieron un constitucional respeto hacia todos los componentes.

Asimismo es digno de loa y alabanza el pueblo español, que lejos de dejarse arrastrar por las críticas manifestaciones de un minoritario sector republicano e independentista, ha dado fervientes muestras de apoyo y cariño incondicional a la Corona, vitoreando y agitando fervorosamente la bandera rojigualda, en cualquier acto público, del que algún miembro de la Familia Real haya sido partícipe.

Repetid conmigo ¡Viva el Rey!

29 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Anda que no tienes guasa...!

A mí los "Vivas" es que nunca me salieron bien.

Sirgatopardo dijo...

Porque no alcanzáis a comprender los sentimientos que a uno le transmite la tradición monárquica.......

marian dijo...

Que Juan Carlos reine hasta cuando quiera, dejémoslo tranquilo, pero el hijo y la hija política...¡no hijo no!

Viva el rey dice, cortesano, que eres un cortesano (Peñafiel* dixit)

*El mayor cotilla del reino.


finchu dijo...

Viva... Honduras

jose dijo...

Joér que profundidad!

jose dijo...

Ahora que a mi lo que realmente me preocupa son estas frases:
No importaba que todo el mundo tuviese trabajo, pluriempleo, y vivienda propia, que los jóvenes nos incorporásemos sin el menor obstáculo al mercado laboral, y que pudiéramos emanciparnos al licenciarnos de la odiosa "mili".

¿De qué sirve todo esto sin la libertad de expresión reclamada en el Mayo francés? ¿De qué nos saca el bienestar material sin la recompensa espiritual de acudir a las urnas a ejercer nuestro soberano derecho a decidir el futuro de la nación? ¿De qué nos valen los horizontes despejados, si no podemos votar a nuestros ediles y diputados favoritos?


Acaso debo desear volver hacia atras en el tiempo?

Sirgatopardo dijo...

Lo de la profundidad lo dirás por Honduras.
Allá cada uno con sus nostalgias.....

jose dijo...

Puede ser...

En realidad, para qué íbamos a querer dictaduras teniendo estas democracias.

marian dijo...

Tenemos lo que nos merecemos, cuanto antes lo asimilemos, mejor.

Sirgatopardo dijo...

Una cosa es soportar y otra asimilar, hasta ahí podríamos llegar......
Conozco dictaduras mejores que algunas mal llamadas democracias.

marian dijo...

Pues debe ser que no nos soportamos a nosotros mismos, porque los que gobiernan y los que quieren gobernar, al fin y al cabo son un reflejo de la "sociedad que representan".

Sirgatopardo dijo...

Y del peloteo "ad nauseam" de la prensa (EL PAÍS a la cabeza) con la susodicha family...... ...

Sirgatopardo dijo...

De ahí la razón de mi misantropía galopante e in crescendo.

marian dijo...

¿Ves?, hace falta más filantropía.

Sirgatopardo dijo...

Como, sin ir más lejos, la de nuestros mandatarios y banqueros, que por cierto son los mismos.

Juan Nadie dijo...

Les veo muy poco serios, no sé si así llegaremos a algo.

Sirgatopardo dijo...

LLegaremos donde haga falta, confrontación bélica incluida.....

Juan Nadie dijo...

De eso yo no gasto.

marian dijo...

Lo que faltaba, que os llamasen a filas.

Sirgatopardo dijo...

Por defender el pendón borbónico, lo que sea menester....

marian dijo...

Por Dios por la Patria y el Rey...

Sirgatopardo dijo...

No te olvides de diputados, ediles, y otros animales de compañía.....

Juan Nadie dijo...

¿Defender el pendón borbónico? ¿Cual de ellos?

Sirgatopardo dijo...

A eso me refería. pero tampoco tenía claro por cuál decidirme.

Campurriana dijo...

Somos todos unos corruptos.
O casi.
Hala! a meditar todo el mundo...

Sirgatopardo dijo...

Con la salvedad de que unos son, o somos, más corruptos que otros.

finchu dijo...

Mira lo que me han mandado al correo.
Sólo para monárquicos como nosotros.

Romance de una monarquía bufa

En un anciano país
existió una monarquía
que comenzó en democracia
y terminó en anarquía.
En aquel reino reinaba
una curiosa familia:
un Borbón de nuevo cuño
y una griega algo engreída
que engendraron dos princesas
y un príncipe en demasía
por cumplir con la ley Sálica
que consagraba la hombría.
La cosa empezó a torcerse
con las bodas de las hijas,
algo ligeras de cascos
y de moral distraída.
La mayor, que era algo lela,
pasó por la vicaría
con un noble también lelo
en la ciudad de Sevilla.
Al poco tiempo parió
un querubín de revista
que devino en gamberrete
con escasa puntería.
La segunda, buena jaca,
se cameló a un deportista,
que dejó a su antigua novia
y se encoñó con la niña.
De jaca pasó a coneja
y cada año paría
urdangarines de pro,
chupones de dinastía.
Y el principito heredero,
cortejador de coristas,
cayó por fin en el cebo
de una artera periodista,
divorciada y con más mañas
que la puta Celestina;
pero falló en la preñez
por seguir la dinastía
pues en lugar de un varón
paría niña tras niña.
Pero empiezan los problemas
y la cosa se complica
por culpa de estos gañanes
que, de nobleza, ni pizca.
El noble rancio de Soria,
bermudas y en zapatillas,
paseaba por Serrano
cual jocunda modistilla;
circulaba en patinete
con ignorante osadía
saltándose a la torera
direcciones prohibidas
Y el Borbón mandó parar,
se acabó la algarabía,
suspendió la convivencia
y se cargó una familia.
El chico del balonmano,
modelo de deportistas,
se convirtió en un truhán,
en un vulgar chantajista
que,siendo duque de Palma,
tuvo la necia osadía
de estafar unos millones
en tan reputada isla.
Y el Borbón mandó parar,
porque al duque sugería
que se marchase del reino
a ocultar sus fechorías.
La justicia que no es lerda,
apeló a su señoría,
y es fácil que al señorito
le caigan ciento y un días.
El príncipe mientras tanto
afronta esta travesía
sin saber que el gran patrón
prepara una felonía.
Sin encomendarse a nadie
se ha ido de cacería
a la sabana africana,
solito y sin la Sofía,
sabiendo que a la llegada
le esperaba miss Corina,
rubia y jacarandosa,
cortesana la más fina.
A la mañana siguiente
salieron de cacería,
cacería de elefantes,
que es una cosa muy fina.
Parece ser que cobraron
colmillos de gran valía,
y a celebrarlo montaron
una generosa orgía.
El Borbón de las narices
como un cosaco bebía,
y apañó tan regia trompa
que salió con alegría
no a por rudos elefantes
sino a trincarse a Corina
que lo esperaba anhelante
tras las leves celosías
del bungalow colindante.
Como al pendejo le ardía
la” cosa “ entre la entrepierna,
pensando que ya subía
al catre de aquella fiera,
aceleró por la prisa
y tropezó en un tablón
y tropezó de tal guisa
que se crujió la cadera
y se le aflojó la picha.
Al monarca, trastornado,
llevan a la enfermería,
y al ver que es cosa muy seria
llaman a Cancillería
para repatriar al bobo
y salvar la Monarquía.
Corina, desconsolada,
triste, sola y compungida,
se consoló con un negro,
muy bien “ armado” y sin prisas.
Mientras, la consorte griega
celebra Pascua Florida
blasfemando porque el Rey
la cuernea con Corina.
Esta es la historia,señores,
del reino de Picardía,
donde los “nobles y reyes
ejercen con alegría
un papel desvergonzado,
las más torpes tropelías,
mientras el pueblo se jode
y no le encuentra salida
a los más duros problemas
de su aperreada vida.

Juan Nadie dijo...

Esto es un sindiós, es que la gente ya no tiene respeto por nada, hombre. :-))

Sirgatopardo dijo...

¡A las mazmorras con el poeta pasquinero!