Día de duelo, tragedia y desconsuelo, día de agradecimiento, de incondicional apoyo monárquico, de orgullo y exaltación patriótica.
El día 2 de Junio del 2014, Su Majestad Don Juan Carlos I Rey de España, ha abdicado de la Corona en beneficio del legítimo heredero y futuro rey, Felipe VI.
El día 2 de Junio del 2014, en un acto de amor, sacrificio personal y generosidad sin límites, un rey, que pasará a la historia como faro guía y garante de la democracia española del siglo XX, renuncia por decisión libre y personal, al regio privilegio de seguir portando la Corona del Reino de España.
Alguien que ha sabido afrontar con tanta entereza las continuas e innumerables amenazas terroristas, campañas de difamación orquestadas por medios antimonárquicos, presuntas operaciones comerciales inadecuadas por parte de algún familiar político, y, renuncia a seguir ejerciendo la labor para la cual fue escrupulosamente educado desde la cuna misma, para dejar expedito el camino a la actuación judicial, merece, no sólo la admiración y agradecimiento de todos los monárquicos de corazón, sino también de sus más encarnizados detractores. Quién ha dado muestras tan firmes de ejemplar respeto hacia la voluntad popular e igualdad de derechos de todos los ciudadanos españoles, merece la más alta estimación por parte de todos y cada uno de sus súbditos. Quién en sus discursos proclamó la absoluta igualdad de todos los españoles ante la ley, y fue adalid de los valores fundamentales que conducen al progreso de una nación, y que no sólo logró agrupar a la filas de "juancarlistas" reconvertidos a la mayoría de sus súbditos, sino incluso a los máximos responsables de los partidos con estatuto republicano, merece por derecho propio pasar a los anales de la más brillante historia de España.
Intereses bastardos, haberlos haylos, aprovecharán esta coyuntura para difamar su intachable trayectoria buscando el origen de esta decisión a la inevitable consecuencia de los recientes sondeos y la notable caída del apoyo popular a la Corona. Mientras tanto, los titulares de la prensa internacional girarán acerca de su sana afición a la vela, caza y femeninas compañías, viéndose satujrados los mentideros madrileños con chismes malintencionados acerca de la imputación a la Infanta Cristina y su posterior exculpación fiscal. Pocos medios en cambio tendrán el coraje legítimo de valorar en su justa medida el titánico esfuerzo realizado por el viejo, y aún convaleciente monarca, en su reciente y prolongado viaje de estado a través de diversos países islámicos, contribuyendo con su carisma y encanto personal, a reforzar las relaciones comerciales en forma de multimillonarios contratos, entre los diversos directivos en comité de las grandes empresas españolas y sus equivalentes árabes.
Un veterano monarca, que ha hecho gala en multitud de ocasiones, y desde el primer instante hasta el último suspiro de su prolongado reinado, de un inquebrantable servicio a los intereses de España. Prueba de lo anteriormente dicho, es, que momentos antes de poner en conocimiento público su meditada decisión, cumpliendo estrictamente con la Constitución al hacer acto de entrega oficial de su documento de abdicación al presidente Señor Rajoy, aún tenga el detalle de enviar un mensaje de ánimo a la Selección Española de Fútbol cara al compromiso de la defensa de su título de Campeona del Mundo en el próximo campeonato de Brasil.
Asimismo cómo olvidar homenajear la estoica y callada labor desarrollada por Su Majestad Doña Sofía en favor del desarrollo democrático de su patria de adopción. Su infatigable entrega en acciones humanitarias y culturales, no tiene equivalencia en Casa Real alguna.
Por último, y a juzgar por el tamaño del Bribón y de los trofeos y conquistas de todo tipo obtenidos durante su ajetreada trayectoria profesional, en buena ley hemos de considerar su reinado como de "hondo calado".
Hoy lloran esta abdicación desde la bahía de Palma hasta los Urales, desde Kenia a Zimbabwe, y desde el teatro y los escenarios del music-hall, hasta las mismísimas pistas del circo.