Uno, -¡qué infeliz!-, desde hace tiempo mantenía la esperanza de que una vez alcanzada una determinada edad, poder despacharse a gusto contra los representantes de nuestras máximas instituciones, habida cuenta de que debido a la más que probable chochera senil, quedaría exento de las garras de la justicia.
¡Y una leche!, la legislación española, protectora donde las haya de los derechos cívicos, se reserva el derecho de persecución y castigo de todo ciudadano, perdón súbdito, que atente de palabra y obra contra el honor, dudoso o no, de los mandatarios de la España nuestra. Dicho lo cual, alto y claro, no queda otro remedio, y más con las nuevas leyes promulgadas, que envainársela y seguírsela mordiendo per saecula seculorum.
¡Qué pena no poder adjetivar adecuadamente los desmanes jurídicos de las últimas semanas! ¡Qué pena tener que tragar sapos y culebras ante la organización de las pasarelas para ciertos desfiles! ¡Qué pena tener que deglutir a palo seco la reforma de ciertas leyes! ¡Qué pena ver y oír, día si y día no, la "cementeril" faz de gobernantes, opositores, aspirantes a gobernantes, aspirantes a opositores, empresarios, banqueros, sindicalistas, hijos, yernos, primos y demás ralea! ¡Qué pena, penita, pena!
¡Y una leche!, la legislación española, protectora donde las haya de los derechos cívicos, se reserva el derecho de persecución y castigo de todo ciudadano, perdón súbdito, que atente de palabra y obra contra el honor, dudoso o no, de los mandatarios de la España nuestra. Dicho lo cual, alto y claro, no queda otro remedio, y más con las nuevas leyes promulgadas, que envainársela y seguírsela mordiendo per saecula seculorum.
¡Qué pena no poder adjetivar adecuadamente los desmanes jurídicos de las últimas semanas! ¡Qué pena tener que tragar sapos y culebras ante la organización de las pasarelas para ciertos desfiles! ¡Qué pena tener que deglutir a palo seco la reforma de ciertas leyes! ¡Qué pena ver y oír, día si y día no, la "cementeril" faz de gobernantes, opositores, aspirantes a gobernantes, aspirantes a opositores, empresarios, banqueros, sindicalistas, hijos, yernos, primos y demás ralea! ¡Qué pena, penita, pena!