martes, 30 de octubre de 2012

LA VACABURRA Y LAS MAMAVACAS

       
                                           
                                       Me voy, me voy, me voy, pero me quedo.”
                                                    (MIGUEL HERNÁNDEZ)
        
         

No es un toro, como nos han acostumbrado a aceptar, a regañadientes, a través de las generaciones al hablar de la forma de su piel: es una vaca, una vaca lechera, eso sí, una vaca sui generis, aunque Borges no la incluyera entre los seres imaginarios, una vaca con diecisiete tetas de las que se cuelgan las terneras como si succionasen de un manantial inagotable o la leche del paraíso del poema de Coleridge. No es extraño que la vaca se tambalee, que esté anémica, escuchimizada, a punto de caer patas arriba sobre los campos diezmados y desérticos regados con las lágrimas de los que menos tienen, de los desheredados de la prole: no es la vaca que ríe, es la vaca que llora desconsoladamente, la vaca que sufre la pesadilla de las plañideras y de sus acólitos. Todas maman de ella, o mejor, todas quieren mamar, pero hay dos que no la dejan jamás, que se han colgado de las ubres pertinazmente y no las sueltan ni para dormir, que, mamonas donde las haya, se quieren beber la leche suya y la de los demás, que tienen que alimentarla y apuntalarla para que estas dos se conviertan en vacas gordas a costa de las vacas flacas. Son las Mamavacas. Las Mamavacas, nadie sabe por qué, tienen privilegios, unos privilegios que no encuentran justificación a la luz de la razón ni de la historia, por mucho que recurran a la historia para tergiversarla hasta convertirla en un panfleto o en una hoja parroquial infumable para uso de sus fieles, pero que se mantienen durante décadas porque sí, porque se les pone en las tetas a ellas, vacas mimadas y mimosas hasta la pantomima, consentidas donde se las imagine, cebadas hasta donde les pide el cuerpo, vacas pesebreras que solo están donde se les llena el pesebre. Se supone que todas las terneras y becerras son hermanas o hermanastras y que tienen los mismos derechos maternales y filiales. Pues no. Es mucho suponer. No hay fraternidad, ni hay igualdad -una utopía que no entra en sus cálculos-, ni hay libertad para decirlo porque se enfadan y sacan las malas moscas y, con una facilidad pasmosa, se lían a dar mamporros a todo lo que se mueve. A la mínima, sale a relucir la fuerza bruta, la irracionalidad de la bestia, la mala baba del resentido o del prepotente, del chulo de barrio, vulgar y pendenciero, que se pasea por la city con la altanería del matón, nunca mejor dicho. Son como los niños mimados que cuanto más les das más quieren y si no se lo das berrean como si los estuvieras matando, para llamar la atención y dejarte en evidencia, y se tiran al suelo llorando sin consuelo posible, hasta que consiguen lo que no merecen, de modo que, con esta pedagogía espúrea, con evidente injusticia, se premia a los malos y se castiga a los buenos. Insatisfechas, insaciables, insolidarias ad infinitum, las Mamavacas mugen, braman, patalean, dan coces contra el aguijón, derrotan con su testuz testaruda, obstinada y egocéntrica hasta el escándalo. Es una cosa inconcebible, una locura, algo patológico, pero es. Se quejan de vicio, pero se quejan, por aquello de que el que no llora no mama. Siempre las plañideras, siempre las Mamavacas, que no dudan en usar la violencia, insistimos, en cualquiera de sus ramificaciones -verbal o de la otra- cuando la consideran necesaria, porque se creen a priori con derecho a todo y, pese a estar gordas que triscan, cebadas en exceso, siempre quieren más: lo quieren todo... para ellas, porque sí, porque tienen pedigrí, y carta de origen, y son al parecer de una raza especial que en nada se parece a nadie, con un cráneo ad hoc y un RH que no tiene parangón entre las vacas que en el mundo han sido. Quizá pretendan descender de la Gran Vaca Cósmica, de la Vaca Telúrica o Vía Láctea, de la que emana la leche de las galaxias y de las constelaciones, o de la que Noé encerró en el arca del diluvio universal. Por pretender que no quede. Delirios de grandeza y de persecución, narcisismo colectivo, egotismo plural, cuyo análisis clínico no le llevaría a Fromm dos segundos, uno por cada Mamavaca. Instaladas entre la fase oral (mamar) y la analidad (las heces como regalo), son monstruos irreversibles enardecidos por el dudoso mito de un origen ignoto que nos remite a la aurora de los tiempos, a la era de los mamuts errantes sobre la vastedad de los hielos paleolíticos, hasta que se afincaron, nadie sabe cómo ni cuándo ni por qué, sobre la piel de vaca de la que hablamos al principio, sin tener en cuenta que todos sabemos que, lo queramos o no, las vacas nacen de una nación, entendiendo por nación el sexo del ganado bovino, sin nada que ver con el nacionalismo que predican ciegamente como un evangelio o un dogma de fe.

Y en tiempos de vacas gordas hay leche para todas y la tolerancia es mayor y la paciencia no tiene límites, pero cuando la manduca escasea hasta rozar la hambruna, y Darwin toma cartas en el asunto -la inevitable lucha por la vida-, ellas siguen reivindicando su parte (y la de los demás) con una vehemencia y un cinismo que causa estupor: o mamamos más que nadie o nos echamos al monte, porque, contra el manido refrán, es la vaca y no la cabra la que tira al monte. Nada de leche (ni café) para todos. Parece que les ha hecho la boca un cura, un fraile o un jesuíta, tanto monta. Quieren ordeñar a la vaca esmirriada hasta que no quede ni una gota para nadie y después, con muy mala leche, valga la tautología, liarse a leches con todo hijo de vecino, dar una coz al caldero, y renegar de la madre que las parió, y de las terneras, sus hermanas, sus hermanastras seculares, y levantar un muro que las separe para siempre como si no se conociesen de nada al grito unánime y grosero de ¡puta vaca¡ Llevan siglos rumiando cómo acabar con ella, cómo matar a la madre, que no al padre freudiano, y cualquier método es bueno para conseguirlo, sea el chantaje o el recurso al matarile. Con persistencia de martillo pilón, a fuerza de repetir falacias insostenibles, acabarán venciendo, aunque no convenciendo -¡pobre Unamuno!- por aburrimiento y por cansinos, a los más escépticos. Apelan -histéricos- a los derechos históricos y acabarán recurriendo a los prehistóricos con contumacia troglodítica. ¿Quién fue primero, la vaca tudanca o la ratina, la asturiana o la charolesa, la limusina o la betizu, el uro o el bisonte de Altamira? Ese es el ser o no ser que al ingenuo de Shakespeare se le quedó en el tintero. 

Habría que recurrir al árbol genealógico o a la heráldica bovina y descender en la escala zoológica hasta el primer primate, o más allá si cabe, una locura etnológica digna del hitlerismo más repugnante al raciocinio, algo inhumano que nos aproximaría nuevamente a la animalidad, por no decir al más abominable bestialismo, con el agravante de la reincidencia tras el Holocausto, de la persistencia en el error, erre que erre, y en demostrar, como una trágica hipótesis, que lo peor de la historia se repite con contumacia alevosa, hasta convertir este desgraciado planeta en un establo, en un manicomio regido por los locos de turno, que son los locos de siempre, y siempre lo serán. 

Pero entretanto las Mamavacas, haciendo honor a su rol en este mamoneo, maman y maman y vuelven a mamar, como si cantaran un villancico estridente y tabernario que, a golpe de calimocho de vino peleón, han convertido en una cantinela y en un sonsonete desafinado y borrachuzo, hijo de la glotonería, sin importarles quién paga la ronda, quién se encarga de los piensos, quién abona al veterinario, quién se queda con el dinero de las terneras vendidas en las ferias y en los trapicheos, quién curará a la vaca enferma de brucelosis, o de tuberculosis, o de mamitis crónica, a esta vaca loca de atar a fuerza de succionarle hasta las meninges, quién la pastoreará cuando necesite salir a los pastizales para recuperar el resuello, y quién la defenderá cuando sus enemigos, amigos del expolio, quieran apoderarse de ella, la vaca tótem, la vaca tabú, la vaca sagrada y maldita a la vez, la vaca de cuyo nombre todos podremos acordarnos..., cuando ya sea tarde, cuando no podamos cogerla por los cuernos porque ya se los habrán cortado para hacer unas cuernas de burla y cuchufleta y oprobio y escarnio y mofa y befa y escándalo internacional y mundial, ante la pasividad de los vaqueros y responsables de la dehesa, que, afincados en su finca, sestean plácidamente a la sombra del bienestar que les facilita el poder, ante la indiferencia del pueblo, que no sabe a qué vaca quedarse ni quién terminará matando a la escuálida vaquilla del ibérico ruedo y repartiéndose la escasa carne que le quede hasta dejarla esquilmada, en esqueleto, con los huesos tan mondos que no sirvan ni para hacer caldo, y un sambenito goyesco (¡VACABURRA!) atado al rabo para justificar la cobardía y la traición de los matarifes y de los cuatreros disfrazados impunemente de probos ciudadanos y de incuestionables demócratas, que irán en manada a las urnas para decir: -Sí, bwana, como esclavos que aceptan el yugo de los bueyes porque les han dicho que así conseguirán la libertad, como si cambiar de amo los convirtiese de facto en libertos amamantados por la vaca libertaria de Bakunin y no en simple ganado listo para ir al matadero. 

Pero la vaca habrá muerto y, muerta la vaca, muerta la Vacaburra, la cebada al rabo, para gozo y éxtasis de las Mamavacas, que no dudarán en celebrarlo con chacolí o con cava, según dónde, pues ya no tendrán leche gratis que las amamante. Y, mientras tanto, nadie dice ni mu; todos lavándose las manos sin mojarse y mirando la tragicómica y esperpéntica agonía del famélico animal como las vacas al tren...

Antonio Casares - Santander 30-11-2012

35 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Amigo Antonio, te has superado, no puedo estar más de acuerdo.

finchu dijo...

"ellas siguen reivindicando su parte (y la de los demás) con una vehemencia y un cinismo que causa estupor: o mamamos más que nadie o nos echamos al monte, porque, contra el manido refrán, es la vaca y no la cabra la que tira al monte"
Hay que ver, que bien explica este hombre lo que yo pienso.

marian dijo...

No había leído tanta lucidez junta desde hace...ni me acuerdo.

marian dijo...

Y tan bien argumentada, y hasta amena, sin tostones.

Sirgatopardo dijo...

Todo un tratado sobre la estupidez de los nacionalismos y sus portavoces.

marian dijo...

El fanatismo es así, estúpido.

marian dijo...

Pero muy peligroso.

finchu dijo...

Ciertamente, ser nacionalista es estúpido, y entiendo que "estúpido es aquel que perjudica a otros sin obtener ningún beneficio o incluso perjudicándose".
Y entiendo que de todos los nacionalismos el más estúpido es el nacionalismo español y "a las pruebas me repito" que diría Manuel Manquina.
Casares es, sin duda, un internacionalista, entre otras muchas cosas admirables.

Juan Nadie dijo...

No sé si estás queriendo decir que el que tú llamas "nacionalismo español" ha perjudicado a Cataluña o al País Vasco. ¿No estarás hablando en serio, verdad?

jose dijo...

Perjudicar a Cataluña o al Pais Vasco?
Todo lo contrari; se les ha dado, incluso antes de la democracia, más de lo que han merecido, permitiendo así un agravio comparativo con las demás regiones, que no autonomías.

Sirgatopardo dijo...

Más que nacionalismos, son diferencias de intereses no precisamente histórico-culturales..

finchu dijo...

Cuando digo nacionalismo español estoy hablando de "los nacionales", sabes perfectamente de lo que hablo, hablo de ir perjudicando a todo el mundo, para hacer una sociedad de mierda en la que ellos mismos tienen que malvivir, perjudicandose, hablo de que de el "tanto monta, monta tanto" se ha pasado al "yo me monto y tu pagas" hablo de quienes compraron ejércitos extanjeros para evitar el progreso de la península iberica, hablo de ese himno que creo que debería gustarte que decía: "por el triunfo de la confederación"

Juan Nadie dijo...

Uff, qué antiguo todo, de verdad!
Que estamos en otro siglo, Finchu...

finchu dijo...

Sí, tu diselo al fundador de falange autentica y expresidente del gobierno español don jose maria aznar, que se dedica a lanzar arengas golpistas y a esos generalitos, que día sí y día no, nos despiertan con declaraciones que van por el camino de bombardear la sagrada familia.

Juan Nadie dijo...

Pero es no hay que tomárselo en serio (o no hay que traducirlo así), hombre, que la gente está en otras cosas.

finchu dijo...

En el verano del 36 la gente estaba en otras cosas, algunos querían sólo una bicicleta.

finchu dijo...

Esto... es que es para hablarlo como a nosotros nos gusta, entre otros temas, dando un paseo entre tasca y tasca.
Yo creo que lo que plantea Mas, es absurdo, ¿cómo te separas? ¿cavas una zanja y dejas que el mar separe Cataluya de Spain? ¿pones un muro israelí?.
Pero es que, los de antes, que gobiernan ahora, quieren volver a lo de antes, que es todabía más absurdo.
Recuerdo una anécdota que contaba Dolores sobre, creo que era Casares Quiroga, Pasionaria denunciaba continuamente en el congreso la trama fascista que llevó a la guerra civil y posteriormente la segunda guerra mundial, y el presidente le respondió, "usted señora ve fascistas por todas partes". A los pocos meses se sublevo parte del ejército y Pasionaria preguntó al presidente: Qué, señor presidente, ¿había fascistas o no había fascistas?
La historia sirve para aprender de los errores, o no sirve para nada.

finchu dijo...

Algo leí un día sobre las tres Españas, se refería a esa otra España silenciosa que sufrió la contienda y sólo quería paz y un poco de libertad. Yo me siento entre ellos.

Juan Nadie dijo...

Lo siento, pero la situación no se parece en nada a la del 36, aunque hay gente que estaría encantada de volver a esa mierda, y no son precisamente quienes gobiernan, sino quienes yo me sé.

Juan Nadie dijo...

El fascismo ha cambiado de bando, amigo.

Sirgatopardo dijo...

Yo, de las tres Españas, me quedo con........Uganda, por poner un ejemplo.

finchu dijo...

No sé tío, pero un día tendrías que decidir salir del armario y reconocer que Rajoy te pone.

Sirgatopardo dijo...

¿A quién te refieres con lo de Rajoy?

finchu dijo...

Al que llama fascistas a las izquierdas.

finchu dijo...

Y siempre se olvida de llamárselo a las derechas.

Juan Nadie dijo...

Es que en España, y en estos momentos, tal para cual.

marian dijo...

¿Qué os parece esto?
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/politica/2012/11/05/himno-espana-letra-joaquin-sabina-video-campana-ciutadans/00031352143523114913332.htm

Sirgatopardo dijo...

A mi personalmente, todos los himnos me parecen iguales.

marian dijo...

Ya estamos, haz un esfuerzo y mira más allá del himno.

Juan Nadie dijo...

Tenía que ser Sabina, que se apunta a un bombardeo. Y Albert, que no le duelen prendas. Gente sin complejos. Bravo por ellos.
(Aunque a mí tampoco me gustan los himnos, tengo que decirlo - Seguro que a ellos tampoco)

Sirgatopardo dijo...

En lo referente al posible mosqueo de nacionalistas independentistas, correcto, ahora bien, en lo referente a resaltar ciertos valores patrióticos, me mantengo en mis trece.

Sirgatopardo dijo...

Por cierto, mejoraría a ritmo de pasodoble/punk.

Sirgatopardo dijo...

Ah, y dirigido por Lius Cobos.

marian dijo...

Sí, y cantando el Chiquilicuatre.

Si sirve para apagar un poquito algún nacionalismo, bienvenido sea.
Aunque el Mas va a más a medida que se van acercando las elecctiones.

finchu dijo...

Lo que no sé es lo que le parecerá a Sabina.