martes, 13 de marzo de 2012

Insistimos

Carmen Rigalt
Esta vez a través de las palabras de mujeres que no ejercen precisamente de mujer-florero.

Esta semana se ha hecho público un informe de la RAE que critica las guías inspiradas por el Ministerio de Igualdad (atención, moviola: la doctrina Aído recomendaba fomentar el uso de formas femeninas inexistentes para no estar en desventaja numérica con las masculinas). Algunos ejemplos ("miembras") provocaron hilaridad e indignación a partes iguales. No era para menos. Aído trabaja ahora en Nueva York, donde las palabras no tienen sexo. Se fue dejándonos el muerto, pero su idea no ha cuajado.
Una manipulación espuria del lenguaje sólo puede derivar en disparate, y así lo han manifestado académicas sensatísimas como Soledad Puértolas ("la desigualdad de las mujeres no se soluciona forzando el lenguaje") o Carmen Iglesias, quien apunta "la imposición de un neolenguaje que hace imposible el habla". Los lenguajes son sensibles a los avatares sociales. Cuando la calle cambia, cambia también la forma de expresión. Luchar por los cambios de la sociedad es, pues, el camino más real para modificar el habla. Lo demás es impostura.
La RAE no asigna palabras por decreto. Sólo testifica lo que dice la sociedad. El lenguaje está contaminado de machismo y patriarcado, su pecado original. Si a lo largo de los siglos no ha evolucionado hacia tratamientos más igualitarios, es porque la sociedad no ha querido. Improvisar ahora formas femeninas para equilibrar la balanza de géneros es tan absurdo como eliminarlas o volver al latín para restituir el género neutro
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Carmen Rigalt

8 comentarios:

Sirgatopardo dijo...

Ya de ponerse, ¿porqué no dicen por ejemplo trabajadoras y trabajadores o ciudadanas y ciudadanos? -educación y cortesía mandan- anteponiendo el género femenino al masculino , ¿o ésto también se consideraría machista?.

Juan Nadie dijo...

No sé, porque con estas cosas hay que andarse con pies de plomo últimamente.

marian dijo...

Es la palabra adecuada: impostar.
El movimiento se demuestra andando, no con golpes de efecto, de postmodernismo caduco.
Primero cambia las discrimaciones si las hubiera, que lo demás vendrá solo.
Pero Bibiana venía de la escuela de Zapatero, otro impostador, o mejor dicho, un ilusionista impostador.

Juan Nadie dijo...

Más bien impostor.

marian dijo...

Si digo impostador es impostador, y no me lleves la contraria o se lo digo a Bibiana.

Juan Nadie dijo...

No, por favor, a la Bibi no.

Sirgatopardo dijo...

La Bibi....¡Cómo te añoramos los de La Lente!

Juan Nadie dijo...

Yo añora más a la Leire, snif...